P AVONAR ES FACIL Por Josep Ribas "QUINTÀ" |
Intentar que una empresa
que pavona industrialmente nos trate una pieza que como aficionados hemos
fabricado con limas y dientes, si no contamos con la amistad del dueño, gerente
o mandamás, puede ser totalmente desalentador. En el mejor de los casos, se
desharán de nosotros con buenas
palabras y raramente lograremos nuestro propósito. Por otra parte el reglamento
de armas no permite manipular armas a las empresas que no estén expresamente
autorizadas, y ha habido alguna sanción a empresas que sin la debida autorización
pavonaban armas. Creo que sólo una empresa en el norte está autorizada. (Esto
son datos leídos, no contrastados). Pero un aficionado, se supone que no
pavonará cañones o piezas fundamentales de una arma, se limitará a un
guardamonte, un punto de mira, unas alzas, o como en mi caso unas monturas para
visor. Además, como en nuestro ambiente, mayormente nos movemos en el mundo del
aire comprimido, y queda un poco difuso el concepto arma, no se hasta que punto
nos afecta, supongo que una vez más dependerá de la interpretación del
funcionario de turno.
Con estas dificultades y el gusanillo del
“hazlo tu mismo” en el cuerpo, hace mucho tiempo que comencé a documentarme
y experimentar por mi cuenta con resultados diversos, pero siempre disfrutando
del agradable pasatiempo. Los pavones fríos comerciales, no diré que no
funcionen, pero considero que están muy bien para pequeños retoques, pero no
para piezas enteras de un poco de entidad. Incluso ahora que tengo uno, teóricamente
“profesional”, no consigo que queden presentables las piezas de un cierto
tamaño. Para la restauración de piezas clásicas, he probado el engorroso
procedimiento de pulir y pasar ácido cada día durante quince o veinte, para
luego al final hervir la pieza, con resultados varios. Ahora bien, para acabar
una pieza de un arma actual de fabricación en serie como puede ser una carabina
de aire comprimido, lo mejor es el pavonado en caliente. En el mercado, dedicado
a los profesionales, existen preparados de sales que funcionan perfectamente. A
modo de orientación, y sin que signifique que este es el mejor, - simplemente es
el que tengo y he probado en mas de una ocasión - hay el PAVONSAL de la casa PROQUIMIA (http://www.proquimia.com/productos/intro.htm),
que me da buenos resultados y sin tener que pensar en pesar y dosificar.
Ahora bien, como mucha gente no tendrá ocasión
de conseguir un producto industrial en cantidades moderadas, no es despreciable
la posibilidad de prepararse uno mismo un baño de pavonado a partir de
productos comprables en la droguería de la esquina. De fórmulas hay tantas
como experimentadores, pero yo he acabado con lo más simple posible y que
funciona.
Antes de empezar hay que tener un mínimo de
infraestructura. Los productos químicos por simples que sean, siempre pueden
ser peligrosos y hay que manipularlos con todo el cuidado posible. Unos buenos
guantes de goma, látex, nitrilo o parecidos, son del todo necesarios. Mono de
trabajo o ropa usada, muy aconsejables. Las salpicaduras en los ojos, por
ejemplo, deberíamos prevenirlas con unas gafas adecuadas, pero si
continuo así, pareceremos astronautas... y tampoco es esta la intención. Por
lo tanto, mucha precaución, cuidado, tino y ojo vigilante. Si podemos
trabajar en exterior o en lugar ventilado, mejor que mejor. De ninguna
manera intentéis invadir los dominios de las señoras ( y cada vez más de los
señores, por suerte) que es la cocina de la casa. Ojo con las manchas.
Necesitaremos un hornillo de butano o algún medio para poder hervir los
productos. Hay gente que pavona a menudo que tiene vasijas preparadas con
resistencias a propósito, pero supongo que no será lo conveniente para
aquellos que comiencen o deseen probar a ver que tal funciona. Si prospera, más
adelante, se puede plantear cualquier cosa... Totalmente necesarias son
dos vasijas de hierro (o si sois más “finolis”, de acero inoxidable), de
ninguna manera las uséis de aluminio, cobre u otros materiales, las sales que
se emplean son corrosivas y si se contamina el baño, los resultados pueden ser
imprevisibles. (conste que esto lo digo porqué lo he leído, pues como
siempre lo he observado, no os puedo hablar de fracasos por este motivo, pero
parece que se producen...) Como el hierro es el mismo material que queremos
tratar, no es ningún problema, (no preocuparse si en veces sucesivas los
cacharros están oxidados) pero el inoxidable sería aconsejable en aras a una
mayor duración de las vasijas, pues aguantan el ataque de las sales. Alguna
vasija más de plástico o parecido, para el desengrase previo, un termómetro
que pueda medir temperaturas de 150º centígrados o más, alicates o pinzas
para manipular las piezas calientes, una balanza que permita pesar con una
exactitud de un grado, una probeta o vaso graduado para medir líquidos,
alambres para preparar un sistema de cuelgue de las piezas para que no toquen el
fondo y las paredes...y todo lo que os parezca necesario para trabajar cómodo y
seguro.
El noventa y cinco por ciento del éxito
de un pavonado depende de un perfecto desengrasado de las piezas. Estas
monturas para visor que pavono en este ejercicio de ejemplo, como son recién
salidas del torno y sólo las he pulido con tela esmeril, la grasa que puedan
tener , es simplemente la que hayan podido dejar mis manos y por lo tanto es
relativamente fácil eliminarla. Bastará simplemente sumergirlas un buen rato
en una vasija con alcohol (yo uso alcohol isopropílico, pero sirve
perfectamente el de botiquín) y sin tocarlas con las manos desnudas (o los
guantes grasosos) se pueden introducir en la solución pavonadora una vez esté
hirviendo. En el caso de piezas de armas que han pasado la mayor parte de su
vida engrasadas para protegerlas de la corrosión, será necesario actuar de
forma más contundente. A veces he usado lejía un poco diluida. Parece ser que
es muy efectivo sumergir las piezas en una lechada de cal. Cabe decir que muchas
veces pavonar, quiere decir adecentar una pieza sumamente oxidada, y previamente
la habremos desoxidado. Tanto si usamos para este menester una solución al 10%
de ácido oxàlico en agua, como uno de los preparados comerciales que existen,
la posible grasa queda eliminada y con un enjuague en alcohol suele ser
suficiente
Los productos necesarios para pavonar
son pocos y fáciles de conseguir.
AGUA DE GRIFO.
SOSA CAUSTICA que encontrareis en droguerías
o establecimientos de productos de limpieza.
NITRATO POTASICO también adquirible en
droguería o farmacia.
Referente a la dosificación, he leído
diferentes variantes, pero por mi experiencia, y sin pretender dar lecciones, la
mejor fórmula es:
15 PARTES DE AGUA
15 PARTES DE SOSA CAUSTICA
2 PARTES DE NITRATO POTASICO
Según las piezas que pretendamos tratar y la
capacidad del recipiente, prepararemos la cantidad necesaria. En el caso que nos
ocupa, han sido 450 centímetros cúbicos de agua, 450 gramos de sosa y 60
gramos de nitrato de potasa. Observad que digo “partes” alegremente como si
los gramos y los cc. fuesen equivalentes con cualquier producto y sabemos que no
es verdad, pero en la práctica no tiene importancia y espero sean indulgentes
conmigo.
Con esta proporción se consigue un color
negro bastante intenso y neutro que me gusta. Cabe decir que en otras piezas he
usado una proporción de 10-10-1 y se logra un color negro algo más amarronado
que para según que piezas puede ser muy indicado. Por lo tanto, se puede variar
un poco la tonalidad a base de disminuir o aumentar la cantidad de nitrato potásico.
Cuestión de pruebas. A mayor cantidad de nitrato, negro más frío (azulado), a
menor cantidad, color más cálido (amarronado).
Manos a la obra:
Medimos el agua y la vertemos en el
recipiente, añadimos la sosa y el nitrato previo pesaje y a continuación
encendemos el fuego. Al poco rato empezará a hervir. Para ayudar a la disolución
de los productos sólidos
podemos
remover con una varilla de hierro, inoxidable, plástico, vidrio o cualquier
otro material que no sea atacado por las sales y pueda contaminar el
“caldo”, pero con suavidad y tiento, pues al manipularse tiene la tendencia
a hervir estrepitosamente con el consiguiente peligro de salpicaduras.
Si introducimos el termómetro en el líquido, comprobaremos que va subiendo
hasta alcanzar, cuando está con un hervor constante y sostenido, hasta los 145º
centígrados. Este alto punto de ebullición es debido a las sales que contiene,
y dependiendo de la cantidad, varía la temperatura. Aprovechando esta
circunstancia, podemos controlar fácilmente el punto de saturación, para
trabajar en condiciones parecidas. Si porqué pavonamos varias piezas o
cualquier otra circunstancia, mantenemos en ebullición mucho rato la solución,
se irá evaporando el agua, la proporción producto-agua variará, la
temperatura subirá y los resultados serán diferentes de los esperados. Por lo
tanto:
A MENOS AGUA (Y MAS SALES) = MAS TEMPERATURA
A MAS AGUA (Y MENOS SALES) = MENOS
TEMPERATURA
Algo muy importante a tener en cuenta, es que
si añadimos agua directamente, también tiende a hervir compulsivamente y se
corre el riesgo de las salpicaduras del producto que además de caliente, es cáustico.
Por lo tanto, lo recomendable, sería sacar la vasija del fuego, dejar enfriar y
luego añadir el agua. Si lo hacéis en caliente, (supongo que no tendréis
paciencia para esperar), poner mucho cuidado y verter el agua muy despacio
y con precaución. Por todo esto, es recomendable trabajar con un
recipiente que sea grande respecto a la cantidad de líquido que necesitamos
para tratar una determinada pieza, (y con bordes altos) para así tener margen
de expansión.
Si tenemos la solución hirviendo suave y
constantemente, introducimos las piezas previamente desengrasadas y suspendidas
de alambres de modo que no toquen fondo ni laterales y queden totalmente
cubiertas por el líquido. Por mi experiencia diría que manteniéndolas en
tratamiento entre quince y treinta y cinco minutos, tenemos que encontrar el
punto de pavonado agradable a nuestros gustos. En el caso concreto de las
fotografías, ha sido de unos veinte minutos. Para ir comprobando como va
tomando color, podemos sacar las piezas y volver a sumergirlas sin mayor
problema, incluso, para apreciar mejor el color, podemos enjuagar en agua en un
recipiente a propósito y volver a sumergir.
Cuando el color conseguido nos convence,
introducimos las piezas en agua para hacer un primer enjuague en frío. Sacamos
del fuego el recipiente del pavonado y ponemos otro con agua clara del grifo,
introducimos las piezas y esperamos hasta que hierva . A los pocos minutos, las
sacamos de nuevo, tiramos el agua que ya contiene restos de sales, llenamos
nuevamente con agua limpia, ponemos las piezas otra vez y esperamos que hierva.
Al poco rato, ya podemos dar por finalizada la operación.
Al sacar las piezas, como están a
temperatura alta, casi se secan solas. Si no lo quedan totalmente, se pueden
soplar con aire comprimido o secarlas de alguna forma. Seguidamente las
engrasamos con aceite mineral. Yo las introduzco enteramente en un recipiente
con aceite y las dejo un rato, hasta que se enfrían y se pueden manipular. Se
retiran, se secan con un trapo y si ha habido suerte, tenemos unas piezas negras
y lustrosas.
Y esto es todo, sólo decir que estas piezas
del ejercicio, no me acaban de convencer, no por el pavonado, si no por el
pulido preliminar, al que no dediqué la suficiente atención. Si queréis
conseguir piezas con resultados perfectos, pulid las piezas a fondo, hasta
que parezcan un espejo.
NOTA IMPORTANTE:
AUNQUE ESTE PROCESO SEA RELATIVAMENTE FÁCIL,
RECORDAR QUE NO ES UN JUEGO!!!
SE MANIPULAN PRODUCTOS POTENCIALMENTE PELIGROSOS Y TODA PRECAUCION ES POCA.
MATERIALES NECESARIOS:
Hornillo de butano
2 recipientes de hierro o acero inoxidable
1 recipiente de plástico o similar
Guantes de goma
Alicates
Alambre
Termómetro (hasta 150º o más)
Balanza (1 gramo de precisión es suficiente)
Probeta graduada
Sosa
Nitrato Potásico
Alcohol
Agua